Comunicado de IHAN-España sobre la práctica del colecho y el amamantamiento
10 de julio de 2013
El estudio publicado por Carpenter y cols. en la revista British Medical Journal es el resultado de un re-análisis de artículos antiguos (el más moderno publicado hace 10 años, el más antiguo hace 27 años) cuyos datos fueron recolectados entre 1987 y 2003. La antigüedad de los mismos hace que ni siquiera el uso de un complejo análisis estadístico pueda compensar las importantes deficiencias que tienen en su diseño los artículos originales. Deficiencias derivadas de su antigüedad, pero tan importantes como que únicamente 2 de los 5 estudios utilizados registraron el uso de alcohol por los padres (38,7% de las madres), que ninguno de ellos analizó el posible uso de drogas ilegales de los progenitores antes del colecho o que el análisis fue limitado al colecho con uno de los progenitores cuando lo más frecuente es que la presencia sea de ambos. Éstas situaciones de riesgo son tan obvias en la actualidad, que ninguna revista de prestigio admitiría para publicación un estudio que no las tuviera en cuenta, pero no lo fueron sin embargo cuando se llevaron a cabo esos estudios. El análisis detallado del artículo de Carpenter y cols. permite afirmar que este estudio, tan aireado en la prensa, no aporta nuevas evidencias al tema y adolece de importantes fallos metodológicos. Los autores comenten un lamentable sesgo de publicación al no resaltar los resultados más importantes desde un punto de vista de veracidad científica, sino aquellos a los que suponen mayor interés mediático, sin considerar el posible perjuicio causado a los lactantes y sus familias.
En IHAN-España consideramos que sólo las evidencias científicas sólidas deben ser utilizadas para hacer recomendaciones generales. Y las evidencias sólidas se obtienen de estudios con variables claramente definidas y con factores de riesgo controlados. Además, en el caso del colecho, consideramos que aconsejar a las madres, sin evidencia científica de peso, que no compartan la cama con sus bebés, supone privarles a ambos de un importante tiempo de contacto estrecho e intimidad previstos por la naturaleza y que durante los primeros años tantos beneficios tiene demostrados.
En resumen, y de acuerdo con otros autores, consideramos que no existe fundamento científico actual para condenar la práctica de colecho y que el artículo publicado por Carpenter no aporta novedades a lo hasta ahora publicado. Por ello, expresamos nuestra posición de respeto ante este fenómeno cultural, considerando que pertenece a las madres y padres la decisión última sobre su práctica. Y que corresponde a los profesionales de la salud, en base a la evidencia disponible, asesorar y compartir información para evitar situaciones de riesgo conocidas:
- Con aquellas madres en las que la lactancia natural esté contraindicada por algún motivo (por problema materno o neonatal) o para las que, aun pudiendo amamantar, precisan tomar medicación que pudiera alterar la normalidad del sueño natural, será importante comentar ya desde el embarazo el riesgo que su situación añade al colecho y animar a las familias a buscar soluciones alternativas que preserven la proximidad de madre y lactante lo más posible.
- Y compartir con todas las demás familias, desde los primeros contactos con la madre y el recién nacido, que hay determinadas situaciones que deben evitarse si se decide dormir con el bebéporque pueden convertir el colecho en poco seguro, como son:
- compartir el sueño con el lactante en superficies poco seguras: colchones blandos, sofás o sillones o con edredones o almohadas en la cama,
- ofrecer al recién nacido o lactante leche artificial,
- tomar medicación para dormir,
- fumar o tomar alcohol o drogas ilegales,
- compartir la cama con otras personas que no sean los padres biológicos (otros hijos o la pareja de la madre).
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